Desde la calle veo el cielo, es azul claro con manchas de nubes rosas que se juntan y separan como si bailasen. Es precioso. Parece que sea algodón de azúcar; me entran ganas de comer nubes y estar con ellas ahí arriba, junto al viento.
El sol es dorado, baña el lado de éstas dándole un toque caramelizado al algodón de azúcar. Noto el calor de los rayos aunque no esté frente a ellos.
El aire es fresco, te hace respirar mejor. Notas como roza tu piel, el vello se eriza y te sientes en un estado inamovible de felicidad.
Mientras, en mis oídos, suena Geraldine by Glasvegas.
